martes, 2 de junio de 2015

Posibilidades de la mujer en el sector solidario




Por: Julio Herrera 
Gerente General Corpecol
Miembro de la Red de Comunicadores Cooperativos

El sector solidario, entendido desde los planteamientos de la economía social, está integrado por organizaciones privadas, principalmente cooperativas, mutualidades y asociaciones, cuya ética responde a unos principios definidos, que se relacionan directamente con el cooperativismo, la acción democrática, primacía del sujeto sobre el capital, la vocación de servicio, entre otros (ACES, 2011).


En Colombia, la Ley 454 de 1998 reglamenta al sector solidario, definiéndolo como “Sistema Socioeconómico, cultural y ambiental conformado por el conjunto de fuerzas sociales organizadas en formas asociativas, cuyo fin es el desarrollo integral del ser humano como sujeto, actor y fin de la economía.”. Es importante destacar que los fondos de empleados, las sociedades laborales, las asociaciones de padres y madres y las cooperativas, hacen parte del sector de la economía solidaria, siempre que se establezcan en el marco de la legalidad y el reconocimiento mercantil.

Paradójicamente, en Latinoamérica las cooperativas han sido primordialmente administradas por hombres. La primacía de este género es un aspecto frecuentemente analizado por investigadores de economía social. Es así como en la Declaración de Guadalajara del año 2009, se expuso la necesidad de fortalecer la participación de las mujeres en el sector de la economía solidaria.

En Argentina, por ejemplo, menos del 15% de las mujeres están en cargos directivos, aunque el 40% de asociados a cooperativas son de género femenino. Sin embargo, México expone otra situación. María Guadalupe Álvarez, de la Caja Popular Mexicana (la más grande cooperativa de ahorro y crédito de su país) menciona que el 60% de la membresía es para el género femenino y que el 55% de los cargos está en manos de mujeres.

En Honduras la situación es similar. Karla Florencia Velásquez de la Cooperativa de Ahorro y Crédito La Sagrada Familia de Honduras, menciona en relación a las mujeres que “Somos líderes en el país, tenemos 36 filiales en 14 de los 18 departamentos y ocupamos el sexto lugar entre todos los bancos”, el 70% de nuestros afiliados son mujeres.

Con relación a la participación de las mujeres en Colombia, la Doctora María Eugenia Pérez Zea, presidente del Consejo de Administración de Coomeva, menciona que el término de “Empoderamiento de las mujeres”fue acuñado en 1995 en la Conferencia Mundial de las Mujeres realizada en Beijing, para referirse al aumento de la participación de ellas en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder, implicando también la toma de conciencia del poder, no solo individual sino colectivo de las mujeres.

Si bien los logros han sido muchos, aún persisten muchas brechas en la consolidación de la Política de Equidad de Género, entendiendo que esta igualdad y esta equidad es cuestión de hombres y mujeres.

En el Grupo Empresarial Corpecol, más del 50% del personal administrativo está representado por mujeres, en cargos de responsabilidad operativa, directiva y de gestión comercial. Dicha participación expone el principio de equidad de género y democratización laboral existente en el fondo, como imperativos de la filosofía organizacional del grupo empresarial.

Con este panorama, se deja expuesta la urgencia en aumentar la participación y liderazgo de las mujeres en los órganos de dirección y de decisión, disminuyendo la brecha más allá del rango de “asociadas” y posibilitando saltos hacia la participación, en especial en los procesos democráticos.

No podemos desconocer que las mujeres son personas que generan bienestar y desarrollo social y económico, todos estos valores y principios deben transmitirse por medio de proyectos creativos, que se adapten ala realidad de las mujeres, teniendo en cuenta sus ideas del mundo y la forma que tiene para comunicarse, de tal manera que esta forma de pensamiento sea un reflejo más cercano que responda a las necesidades del sector cooperativo.

Contar con mujeres en el sector es proyectar esta opción organizativa como un espacio que privilegia lo colectivo en el valor de la cooperación y la solidaridad, “Construyendo una oportunidad para generar cambios y dignificar a las mujeres como sujetos de desarrollo en un contexto particular.


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