miércoles, 26 de noviembre de 2014

Sostenibilidad, participación e identidad La respuesta es: ¡educación cooperativa!


Fuente: Revista Colombia Cooperativa

Hay preguntas recurrentes, formuladas por directivos, asociados y empleados de las cooperativas en nuestras actividades de formación y capacitación, así como en los múltiples espacios de interacción cooperativa: ¿Cómo lograr una mayor participación de nuestros asociados en la vida de la cooperativa? ¿Qué hacer para que los asociados usen los servicios de la entidad? ¿Cómo lograr que se comprometan más con la vida social, económica y cultural de la cooperativa? ¿Cómo “evitar” que los asociados le vendan la cartera a los bancos?


Estas inquietudes concentran gran parte de las preocupaciones de nuestra alta dirección y consumen tiempo y recursos del proceso de planeación y definición de estrategias para garantizar la sostenibilidad de la entidad. No obstante –se quejan con frecuencia esos directivos– los resultados no son los esperados. ¿Por qué?, se preguntan y nos preguntan insistentemente.

La respuesta es una sola y está dada desde el origen mismo del modelo cooperativo: ¡educación! Si la educación, formación e información/comunicación, quinto principio cooperativo, es considerado el principio de principios, nos preguntamos ¿por qué no planeamos, dirigimos, ejecutamos, evaluamos, controlamos y mejoramos a partir de este principio?

Buena y difícil pregunta, sobre todo para directivos y gerentes más preocupados –al parecer– por la visión empresarial financiera y por la tendencia preocupante de querernos parecer a la forma empresarial basada en el lucro, que por la visión del desarrollo humano sostenible, que es la esencia misma del cooperativismo. Debemos ¡volver a lo esencial! Y lo esencial es lo que nos hace una forma poderosa de desarrollo y nos asegura la sostenibilidad socioeconómica y cultural.

Nos dejamos deslumbrar por las cifras financieras, que son importantes, fundamentales y de obligatorio cuidado por parte de los administradores, pero no constituyen el principal atributo de nuestro modelo, basado más bien en el bienestar de las personas, en la satisfacción de las necesidades comunes, en la gestión democrática de la empresa cooperativa y en la profundización de los valores de la solidaridad y la cooperación económica

Esta preocupación es materia de investigación y análisis por el cooperativismo mundial y propicia un debate necesario al interior del movimiento, como quiera que ha sido uno de los ejes de reflexión en la II Cumbre Cooperativa de Quebec y lo será en la III Cumbre Cooperativa de las Américas. Es, además la columna vertebral de la Visión 2020: Plan para una Década Cooperativa promovida por la Alianza Cooperativa Internacional.

Difícil hacer estos planteamientos en un entorno marcado por una visión económica materialista y utilitarista del desarrollo humano y con una profunda influencia mediática y consumista que privilegia el tener antes que el ser y el bien/mejor estar.

No obstante, es el punto central que debemos abordar si queremos preservar la coherencia con los valores y principios que orientan nuestra acción, si aspiramos a que nuestras cooperativas avancen seguras y sólidas en este siglo XXI y si queremos atraer de verdad y definitivamente a nuestros asociados actuales y convertirnos en una oportunidad para aquellos que no conocen este modelo centrado en el ser humano y la satisfacción adecuada y oportuna de sus necesidades y no en el modelo dominante, donde el ser humano está sometido/condicionado por las decisiones económicas y de un mercado cada vez más hegemónico y globalizado.

Un ejercicio de planeación promovido por Ascoop en el Encuentro de Consejos de Administración y Gerentes de septiembre pasado, generó una matriz que combina los ejes de la Visión 2020 (participación, sostenibilidad, identidad y mensaje, marcos normativos y capital) con cinco aspectos claves para el desempeño de la cooperativa (educación [financiera] cooperativa, balance social, buen gobierno cooperativo, educomunicación y redes de intercooperación). El resultado: un mapa estratégico de gran utilidad para responder y resolver propositivamente algunas de esas recurrentes preguntas, que esperamos sea apropiado por las cooperativas al momento de pensar en su sostenibilidad y fortalecimiento institucional.

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